En el día de ayer murió una de las personas más influyentes de nuestra era (la digital). Steve Jobs fue un creador, alguien capaz de adelantarse a su época y crear el futuro. Alguien dijo que Jobs fue un escritor de ciencia ficción, que en lugar de escribir lo que imaginaba lo mandó a fabricar.
Steve Jobs no creía en los imposibles, y sí en la belleza. Sus diseños debían ser bellos. Cuando pidió a su equipo de ingenieros que diseñaran un teléfono que tuviera sólo un botón le dijeron que era imposible. Él no lo creyó e insistió: así nació el iPhone. Hoy, el 90% de los teléfonos del mercado están inspirados en aquel diseño de Jobs.
En 10 años, el iPad -otra de sus invenciones- será en las escuelas lo que el cuaderno fue en nuestra época.
Pocos se animan a romper moldes. Pocos se animan a creer en ellos mismos. Steve Jobs lo hizo, y sólo por eso ya merece ser reconocido.
Dijeron algunos que Steve Jobs será recordado como el Da Vinci de la era digital. Tal vez así sea.
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